Entenderemos nuestro entorno, lo que nos rodea, como herramientas para trabajar. Objetos, personas, pero también la relación que nosotros tengamos con éstos/as serán válidas. Nuestros sentimientos también. Sólo utilizando un contenido personal podremos trabajar a partir de él para desentendernos y crear discursos. La relación con tu madre será entendida por trabajar la relación maternal, en ningún caso será fiel y directo a la situación real. No habrá nada real en el discurso pese a ser real la relación. Tu pareja se entenderá por hablar de las relaciones de pareja, en ningún caso se hablará de tu pareja. No se evidenciará el contenido real, para que el espectador se sorprenda si lo desea. Desde el inicio, las relaciones con el material utilizado serán anuladas, fracasando desde el primer momento y de forma anunciada. El contenido implicado tendrá que entender que el discurso no habla de él. En caso de que sea una persona, se consultará, dentro de las posibilidades, si ésta lo entiende y lo permite. Como autores del trabajo, debemos tener implicaciones personales con el contenido trabajado para que nosotros salimos afectados de forma diferente al espectador, que en ningún caso será igual, entonces habríamos fracasado. Las relaciones directas, como las familiares, serán un recurso para explicitar estas mismas relaciones, cualesquiera que sean nuestras personales. Si trabajamos con personas, la situación vital, sea viva o muerta, será irrelevante. El discurso y nuestra situación personal pueden coincidir. Utilizaremos el contenido real para hablar de nuestras preocupaciones que nos afectan pero que no significa que estemos afectados por la preocupación. No tendrá un formalismo identitario, pudiéndose nutrir de los que el autor convenga. La principal motivación es la de crear una dualidad de trabajo directo hacia el espectador y el autor, y que los dos salgan afectados de forma diversa. Por este motivo, cuanto más real sea la relación con el tratado, mayor afectación tendrá el autor, sin que el espectador lo identifique. Para hablar de lo que nos preocupa deberemos utilizar nuestra realidad para crear una dicotomía entre nosotros y el propio discurso. Todas las propuestas que cumplan esta premisa serán válidas.